PENTECOSTÉS: FIESTA DEL CUMPLEAÑOS DE LA IGLESIA
El Espíritu Santo renueva y embellece la Iglesia y la capacita para llevar adelante la misión que ha recibido de Jesús, es decir continuar su obra de salvación en el mundo de hoy. El día de Pentecostés la presencia del Espiritu divino se manifiesta con fuerza, como la de un viento huracanado, que todo lo pone en movimiento; la presencia del Espíritu Santo en la vida del bautizado lo llena de luz para penetrar en medio de las oscuridades del camino y ver más allá de lo inmediato, para descubrir las huellas de Dios en las realidades más complejas e intrincadas de la dinámica social.
El Espiritu Santo como lo recordó el papa Francisco en su homilia de Pentecostés nos anima a:
* Vivir el momento actual, el presente, sin nostalgias del pasado y sin miedos del futuro.“No hay otro tiempo mejor para nosotros” que “la gracia del presente”: “Ahora, justo donde nos encontramos, es el momento único e irrepetible para hacer el bien, para hacer de la vida un don. ¡Vivamos el presente!”
* El Espíritu Santo nos conduce a la unidad en medio de la diversidad, posibilita el dialogo y el entendimiento entre lo que parece irreconciliable. “El Paráclito impulsa a la unidad, a la concordia, a la armonía en la diversidad. Nos hace ver como partes del mismo cuerpo, hermanos y hermanas entre nosotros. ¡Busquemos el todo! El enemigo quiere que la diversidad se transforme en oposición, y por eso la convierte en ideologías. Hay que decir “no” a las ideologías y “sí” al todo.”
* El Espíritu Santo nos anima a poner a Dios antes de mi yo, es decir, me lleva a poner a Jesús en el centro de mis ideales y proyectos. “La Iglesia no es una organización humana ―es humana, pero no es sólo una organización humana―, la Iglesia es el templo del Espíritu Santo. Jesús ha traído el fuego del Espíritu a la tierra y la Iglesia se reforma con la unción, con la gratuidad de la unción de la gracia, con la fuerza de la oración, con la alegría de la misión, con la belleza cautivadora de la pobreza. ¡Pongamos a Dios en el primer lugar!”
Dejemos que el Espíritu de Pentecostés renueve y ponga aire frezco en nuestras familias y comunidades, solo de este modo podemos transformar la realidad externa que nos desafia.